viernes, 29 de junio de 2018

Conferencia: Compendio por la discografía folclórica dominicana 1/2

Esta conferencia fue presentada en el Coloquio Transdisciplinar: “Etnomusicología: Estudio y rescate de la música tradicional dominicana” celebrado el jueves 28 de junio del 2018 en el Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IGLOBAL).

1/2

La etnomusicología contemporánea, para empezar se inclina cada vez más por cuestiones socio-culturales y antropológicas, esta rama de la ciencia de la música también es urbana, contemporánea y digitalizada. La  etnomusicología es un paradigma interesante de cómo la ciencia musical trata de adaptarse a los cambios constantes de la tecnología; es probable que esto no sea lo primero en lo que pensamos cuando la música y la tecnología se mancuernan, pero en efecto, a la investigación le provee de ciertas herramientas de trabajo que han ido transformando metodologías, discursos, perfiles e incluso la semiótica musical.
Entender la investigación en un contexto contemporáneo, urbano, transcultural, digital, joven, es de hecho imprescindible a la hora de compendiar la historia de los archivos sonoros, la catalogación, la discografía, son variables que han cambiado en los últimos años en la ciencia musical.
En el entendimiento de que la investigación cuenta con herramientas que dan una mejor accesibilidad a los archivos sonoros, documentación digitalizada y a redes de información a través del internet, por poner algunos ejemplos, de plano podríamos decir que estamos en la era de la digitalización de la investigación tanto o igual que de la información.
Antes de entrar al tema, quisiera hacer dos paréntesis: el primero es en algunos contextos de la investigación de la música tradicional en el país y el segundo paréntesis es en determinadas líneas de estudio, todo ello en cuanto cómo inciden en los vínculos de la música tradicional, el investigador y la producción discográfica.
Ante todo, esta ponencia procura ser un acercamiento desde el revisionismo histórico, y no tanto a la tecnología de las grabaciones etnográficas y las recopilaciones de la música tradicional dominicana más conocidas, para ello es vital el abordaje de estos contextos, criterios y perfiles de investigación.
Ahora bien, vamos a los paréntesis: el primero, necesario para entender los criterios de las músicas estudiadas y el segundo para una re-valoración del rol mismo del investigador. No todo lo que parece no estar bien es malo.
Tendríamos que señalar entonces la semiótica de estos temas, empezando por cómo es que se han denominado en nuestro país las músicas tradicionales. Con las declaratorias de la UNESCO esta realidad se hace aún más visible, dejando entrever como bien señalaba Dagoberto Tejeda en un seminario sobre políticas culturales desde la sociedad civil, de la Red Cultural en el año 2010, el verdadero estado de conocimiento o desconocimiento de las autoridades dominicanas respecto al rol de este organismo internacional y el tipo de criterio con el que se manejaron temas relacionados a los congos y guloyas, que fueron las manifestaciones culturales reconocidas primero, y posteriormente el merengue. Este fue mi tema de maestría, y creo que todavía me falta mucho por investigar.
Entonces, ¿qué es música tradicional dominicana? En este contexto, estas músicas o mejor dicho la noción que se ha tenido de estas músicas, se han investigado en base a la repetición de cánones de la antropología, occidentalizada y a una visión social de la música euro céntricamente confinada a unas identidades doblemente subalternas, comparadas con lo otro, lejano, condicionadas a lo iletrado en contraposición  a la oralidad en las que perviven, efectivamente. Este pensamiento etnográfico hacia las músicas tradicionales ha conservado tácitamente esta noción de estudio, salvo excepciones, como los trabajos de los maestros aquí presentes, junto a unos cuantos y unas cuantas.
Un ejemplo, el merengue, una manifestación musical separada de todo contexto cultural en ocasiones. Historiográficamente se ha compelido a este género musical por razones que ya conocemos, no obstante una bifurcación se ha reconocido: la del típico y el popular, dejando a un lado un marco identitario mucho más complejo, caribeño, decimonónico, desde las contradanzas y la criollización de estas músicas mulatas, como refiere el puertorriqueño Ángel Quintero Rivera.

En el caso, de los estudios de música dominicana, podemos observar varias etapas, que abarcan las crónicas de la colonia, y que aparentemente, en el marco del protagonismo de la escritura, poco pasó desde entonces en la isla hasta bien entrado el siglo XVIII.
Este es un pensamiento cultural que incide en los estudios de la música, por ejemplo. Pues bien, otro aspecto interesante es que, desde estos cronistas de la colonia, pasamos a la narrativa “criolla” como fuente de estudio de las músicas tradicionales, todo esto, a mi entender es de gran valor, también, la literatura como relato de la vida musical hasta el siglo XIX e incluso parte del siglo XX.
Julio Arzeno, Edna Garrido y Flérida de Nolasco podrían señalarse como representantes de una primera etapa del pensamiento musical, estrictamente, musical podríamos decir, desde estudios o inclusiones de lo vernáculo, que comprenderían la música desde las primeras décadas del siglo XX hasta mediados. Una segunda etapa seria representada por Rene Carrasco, Fradique Lizardo, y los músicos del nacionalismo que publicaron discos y libros como Luis Alberti, Julio Alberto Hernández y otros.
A estas alturas es importante destacar algunas características de este pensamiento musical y su crítica, ya que estos estudios están enmarcados en un contexto muy similar a la historiografía que mencionamos primeramente, es decir, a la crónica de la vida musical en el país y su correspondencia con el canon occidental. Practicas canónicas en el estudio de las músicas locales. Persiste el discurso anteriormente citado, sobre todo, cuando se han publicado estudios basados en la comparación de nuestro folklore con culturas europeas y en menor medida, las referencias a un proceso más consonante de músicas criollas desde y en la isla y el archipiélago caribeño. Este pensamiento acompaña todavía a una parte de la investigación musical en el país, sobre todo en lo que respecta a músicas muy populares, como el merengue y la bachata.
El hecho de que compositores nacionalistas escribieran sobre ritmos folclóricos no los hace estudios etnográficos, la frase de aquel músico al citar ciertos orígenes que se pierden en “las brumas del pasado” refiriéndose específicamente al merengue es un ejemplo de eso, y que algunos discursos repiten aún al presente. Otro aspecto a criticar es, que si bien las danzas criollas vienen de un proceso de adecuación de la contradanza en Europa desde los siglos XVIII y XIX es importante destacar que los estudios comparativos desde su génesis han ocupado más interés que los procesos locales y regionales, es decir, ver al merengue y a otras danzas en contextos andaluces, sevillanos, africanos o canarios por ejemplo, y no en un contexto puertorriqueño, cubano, haitiano, garífuna, es cuestionable.  
De estas primeras etapas han quedado cuestiones por re-hacer para que se muevan concepciones de las músicas criollas fuera de lo nacional y las concepciones de patria propiciadas por regímenes políticos hasta mediados del siglo XX, y que se sostiene en el pensamiento musical, sobre todo respecto al merengue.
Un caso interesante es la musicólogia cubana, que revisó la obra de Fernando Ortiz, lo que no significó desmeritarlo.

(CONTINUA)

Conferencia: Compendio por la discografía folclórica dominicana 2/2

Esta conferencia fue presentada en el Coloquio Transdisciplinar: “Etnomusicología: Estudio y rescate de la música tradicional dominicana” celebrado el jueves 28 de junio del 2018 en el Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IGLOBAL).

2/2

Otra etapa en el pensamiento musical dominicano se desarrolla en la década del 70 en la UASD, que sobresale por la criticidad a todo lo anterior en base a la inclusión de estudios desde la africanidad en la música dominicana, sobre todo  a partir de valiosos estudios de antropólogos y sociólogos como Carlos Esteban Deive, June Rosenberg, Dagoberto Tejeda al abordar la música en su contexto popular, después de tantos años de ignorar los estudios desde la afrodescendencia. Este es hasta el presente uno de los pensamientos más influyentes en los estudios de la música, tanto en método como en teoría de investigación.    
Dentro de este pensamiento se alinea también la tradición de estudios de la música desde las ciencias sociales, no desde la ciencia musical, por ejemplo, que me parece que como punto de partida de la crítica musical es muy importante, sobre todo desde lo popular. El abordaje de la música desde las ciencias sociales no me parece un problema metodológico en sí, sino una condicionante en la investigación musical, que entiendo también debe ser complementada por la ciencia musical, la etnomusicóloga y musicología en sí.
El rol de la UASD  es importante, puesto que el contexto heredado era crítico, literalmente, confinando a las músicas a un olvido, exotismo y romanticismo de clase, racismo, prejuicios… discriminatorios.
Entre las décadas 80-90 y debido a la importancia de estos estudios populares de la música que le antecedieron hubo una conciencia más amplia de la música en la etno y musicología del caribe y Latinoamérica que se estaba haciendo, por lo que, en esto radica también su aporte, es cuando investigadores extranjeros comienzan a hacer estudios doctorales y de maestría con estas músicas a las que ya Martha Ellen Davis denomino como “afrodominicanas”. 
En este siglo, podemos reconocer las vías de este pensamiento y sus teorías.
Los estudios de la música dominicana,  por lo general se han hecho desde las ciencias sociales y la comunicación, así que, una gran parte de la música tradicional y popular ha sido escrita por sociólogos, antropólogos, periodistas, profesores e historiadores. Hemos insistido en que todo acto de desmeritar estos estudios es un franco retroceso.  
Mientras tanto, así como por un lado, una línea de investigación continúa repitiendo los mismos ejes de discurso y se sigue recurriendo a cierta metodología, tampoco se recurre a nuevas formas de trabajo, categorías de investigación y nuevos investigadores.
Ahora vamos al tema.
¿¿Cuanta música tradicional dominicana tenemos grabada, profesionalmente?
Qué catalogo discográfico y audiovisual se conoce?
Hablemos del libre acceso a la información que tenemos como ciudadanos…

Toda esta información si existe, aunque no está todo en un solo archivo, ni espacio, pero existe. Basta buscar en la bibliografía musical, en las hemerotecas y en los archivos. Personalmente me ha funcionado así. Ahora bien…. Algunos documentos son esenciales, como la publicación Enclave Afrocaribe, los libros de memorias del Congreso Internacional MIC, la web del AGN, el canal de YouTube de Changó Prieto, la cuenta de Soundcloud de Kiskeya Films, el fondo Fradique Lizardo en el Centro León, el CD del libro de música folclórica dominicana, los CD de Bayahonda y Cofradía, y varios documentales.
Una catalogación es necesaria. Digitalización y red de archivos, etc., una coherencia de estado.  
Por último, existe un imaginario del folklorismo, el perfil del folklorista/investigador… que va a las fiestas con una grabadora o cámara en mano, se ve de cierta forma, habla y actúa; estos reciben a los visitantes de la fiesta, son anfitriones, aparecen en los documentales, son los expertos de la tradición, no está mal, son validaciones de la academia, pero siempre y cuando los portadores no sean interrumpidos, desplazados de su centro social, pero creo que estas relaciones ya son valoradas diferentes por la etnomusicología moderna, entendiendo que es importante la estrechez de los vínculos, e incluso el activismo del investigador dentro y fuera de la comunidad que estudia.
Hace unos dos años, mientras participaba en unas jornadas de antropología de la música en una universidad en Barcelona, conocí a una doctora en música de Portugal, que abordaba lo que ella entendía de un investigador como un activista, no concebía que el contacto del científico con la comunidad se limitara a un marco de estudio, sino, más allá, a un activismo en conjunto.  Esto me interpeló bastante, puesto que ya desde aquí conocía cierta desestimación al investigador y este tipo de vínculo tan cercano con la comunidad.
Desde el punto de vista del activismo con el que la etnomusicología contemporánea representa al investigador, este compendio proveería de un acercamiento diferente a este campo de trabajo, en el cual, si bien se puntualizan ciertos aspectos de la ética de grabación y la gestión de la investigación, también  alienta los tipos de vínculos con los portadores originales de las tradiciones musicales. No todo lo que parece no estar bien, está mal.
Pues bien, todo esto, también incide en la creación de contenidos audiovisuales, en las publicaciones  y en el acceso a la formación, todo online. Los dispositivos electrónicos son más portables y relativamente más económicos.
El internet y los dispositivos de reproducción y grabación de archivos, scanners, cámaras, grabadoras… por otro lado, la misma semiótica de la música se ha inclinado en la re significación de signos musicales, y así, el rol del portador y el investigador ha pasado a tener una relación activa, en paralelos y complementariedades. 
El discurso cultural, las revisiones históricas, la visión del portador como creador, sus derechos de autor, de hecho, tienen mucho que ver con la etnomusicología moderna y el rol activo del investigador a lo interno de la comunidad, concebidos, ambos, portador e investigador como activistas culturales.
En el compendio en si hay que investigar mucho también. Gracias



lunes, 25 de junio de 2018

Invitación Coloquio “Etnomusicología: Estudio y rescate de la música tradicional dominicana”

El Departamento de investigaciones científicas y publicaciones del Instituto Global de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IGLOBAL) invita al Coloquio Transdisciplinar: “Etnomusicología: Estudio y rescate de la música tradicional dominicana”.

ABIERTA AL PÚBLICO

Fecha: jueves, 28 de junio de 2018

Hora: 07:00 pm

Lugar: Sede Funglode, aula C, 3er. piso.

Expositores

– Dra. Martha Ellen Davis
Ph.D. en Antropología con mención en Etnomusicología (Universidad de Illinois, EUA), lleva más de cuarenta años dedicada al estudio de la cultura expresiva tradicional dominicana, sobre todo la religiosidad popular, y su música. Ha sido profesora de antropología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), directora de Antropología Sociocultural en el Museo del Hombre Dominicano, investigadora en Historia Oral en el Archivo General de la Nación y es Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

– Rossy Díaz, MA
Music blogger e investigadora de la música popular dominicana. Tiene una licenciatura en música con mención en teoría y educación musical de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y una maestría en investigación de la herencia cultural por la Universidad Carlos III de Madrid. Es autora de los libros: “Rumbas Barriales” (2011) y “Diez años blogueando música” (2018), varios de sus trabajos de investigación han sido incluidos en publicaciones nacionales e internacionales.

– Edis Sánchez
Antropólogo, músico y pedagogo. Actualmente es el Director General de Participación Popular del Ministerio de Cultura, Profesor del Conservatorio Nacional de Música y del programa Ángeles de la Cultura de la Primera Dama de la República.

R.S.V.P.: 809-685-9966 ext. 3028 / investigacionypublicacion@iglobal.edu.do
Invitacion - Coloquio Transdisciplinar junio (2)

sábado, 30 de diciembre de 2017

Pensamiento y crítica musical en República Dominicana 2

Este texto está basado en la conferencia de igual título presentada en el 12º Simposio de Historia y Crítica del Arte, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Fradique Lizardo
 Otra etapa en el pensamiento musical dominicano se desarrolla en la década del 70 en la UASD, que sobresale por la criticidad a todo lo anterior en base a la inclusión de estudios desde la africanidad en la música dominicana, sobre todo a partir de valiosos estudios de antropólogos y sociólogos como Carlos Esteban Deive, June Rosenberg, Dagoberto Tejeda al abordar la música en su contexto popular, después de tantos años de ignorar los estudios desde la raza. Este es hasta el presente uno de los pensamientos más influyentes en los estudios de la música, tanto en método como en teoría de investigación. Con el tiempo se ha querido soslayar el aporte de estas investigaciones por el hecho de que no fueron concebidas desde lo musical originalmente. La excepción es la etnomusicóloga Martha Ellen Davis. 

Dentro de este pensamiento se alinea también la tradición de estudios de la música desde las ciencias sociales, no desde la ciencia musical, por ejemplo, que me parece que como punto de partida de la crítica musical es muy importante, sobre todo desde lo popular en contraposición a la crónica de la música clásica y la vida musical de clases dominantes en el país, como habíamos referido antes. El abordaje de la música desde las ciencias sociales no me parece un problema en sí, sino una condicionante en la investigación que entiendo también debe ser complementada por la ciencia musical, la etnomusicóloga y musicología en sí. 



Entre las décadas 80-90 y debido a la importancia de estos estudios populares de la música que le antecedieron hubo una conciencia más amplia de la música en la etno y musicología del caribe y Latinoamérica que se estaba haciendo, por lo que, en esto radica también su aporte, es cuando investigadores extranjeros comienzan a hacer estudios doctorales y de maestría con estas músicas a las que ya Martha Ellen Davis denomino como “afrodominicanas”. Es el periodo en el cual se conocen los trabajos de Paul Austerlitz, Deborah Paccini quienes los incluyen en sus estudios de música y baile en el caribe. 

En este siglo, podemos reconocer las vías de este pensamiento y sus teorías, y que aquí resumiremos como:



· La repetición de conceptos en torno al merengue y la desaparición de otras danzas criollas. Exterminios simbólicos. 

· La duplicación de citas y bibliografías en disminución de los escasos estudios de campo en el presente. Con excepciones que mencionaremos más adelante en esta ponencia, totalmente desde la auto gestión financiera. 

· La poca divulgación de archivos sobre música dominicana

· La no re edición de libros, partituras y métodos.

· La no inclusión de estudios de la música dominicana desde musicólogos dominicanos en la diáspora. Mucho menos desde la política cultural oficial. 



Con las declaratorias de la UNESCO esta realidad se hizo aún más visible, dejando entrever como bien señalaba Dagoberto Tejeda en un seminario en la Red Cultural en el año 2010 sobre políticas culturales desde la sociedad civil, el verdadero estado de conocimiento de las autoridades dominicanas sobre el rol de este organismo internacional y el tipo de criterio con el que se manejaron temas relacionados a los congos y guloyas, que eran las manifestaciones culturales reconocidas hasta ese entonces, luego estaría incluido el merengue.

Los estudios sobre la música dominicana por extranjeros o de dominicanos residentes en el extranjero siguen siendo relevantes en calidad y cantidad. Siendo en el país una gran deuda el no incorporarlos dentro de las políticas culturales del estado, ni al pensamiento, ni a los pensadores. Afortunadamente, cada dos años se celebra el Congreso Internacional de Música, Identidad y Cultura en el Caribe en el Centro León, siendo el único espacio de reflexión y proyección del pensamiento musical y la crítica en el país. 

Martha Ellen Davis, Paul Austerlitz, Deborah Paccini Hernández, Sydney Hutchison, Julie Sellers, Jesica Jayek, Laura Bini Carter, Aurora Reparato, Sarah Plovnik, Daniel Pipper, Mary Allison Joseph, Edgardo Díaz Díaz, Peter Manuel, entre otros.

Desde sus disciplinas, estudiosos de la cultura y la música dominicana extranjeros han abierto nuevos paradigmas de análisis. Aquí abrimos paréntesis: en sentido más amplio, prevalece una idea de merenguecentrismo, por llamarle de una forma a la concepción de este pensamiento musical unilateral de la cultura desde la dictadura hasta nuestros días o merenguecracia, más bien. Cerramos este paréntesis y seguimos, pues aunque existen referentes verdaderamente importantes en el área del caribe sobre este tema raramente influyen en el ejercicio de una etnomusicología dominicana.


En conclusión, la crítica musical en nuestro país podría ser entendida desde formas de la crónica musical y musicografía, desde lo cual se han logrado tomar fragmentos de la vida musical y proveer de un sentido cultural dominicano. En este contexto, el pensamiento se ha articulado bajo discursos de identidad y cultura que por el lado historiográfico, se ha basado desde la vida colonial y los primeros historiadores criollos, y por otro lado, por sociólogos y antropólogos.

Los estudios de la música dominicana, a excepción de la música clásica se han hecho desde las ciencias sociales y la comunicación, así que, una gran parte de la música tradicional y popular ha sido escrita por sociólogos, antropólogos, comunicadores, profesores e historiadores. Hemos insistido en que todo acto de desmeritar estos estudios es un franco retroceso, que no aporta nada. Las razones para tratar de explicar el escaso pensamiento crítico del tema son más bien excusas: es una realidad parcial (local), por todos los investigadores que externamente están haciendo el gran trabajo crítico realmente. 

En el país, se mantienen activos tratando temas de y sobre la música: Edis Sánchez, Carlos Andújar, José Guerrero, Soraya Aracena, Américo Mejía, Oscar Mota, entre otros. Desde fuera del país inciden en el tema: Angelina Tallaj, Manuela Arciniegas, Víctor Hernández Sang, Igor Muñoz, Sharina Maillo-Pozo, entre otros.

Mientras tanto, así como por un lado, una línea de investigación continúa repitiendo los mismos ejes de discurso y se sigue recurriendo a cierta metodología, tampoco se recurre a nuevas formas de trabajo, categorías de investigación y nuevos investigadores seguimos ajenos a la oralidad y su curso y discurso, literalmente hablando.

Esta es la línea que más se ha aventajado, tomando en cuenta que estudios de mayor legado hispánico no, desde Edna Garrido hasta Bernarda Jorge (y a todo esto, los grupos culturales migrantes como los cocolos y haitianos tienen estudios que también emplazan lo social por encima de lo musical). En la prensa, en espacios de los periódicos Hoy y Diario Libre se puede acceder a pensadores de la música dominicana como Fernando Casado, José del Castillo y en la radio se escuchan producciones con un criterio didáctico sobre estos temas, entre los que podemos destacar a Tommy García, Raquel Viccini, Manuel Betances, Alexis Méndez, entre otros.

En la web también podemos acceder al trabajo de comunicación, producción musical y audiovisual de profesionales que inciden en el pensamiento musical y la crítica como Xiomarita Pérez, Gioel Martin, Boynayel Mota, Tere Guerrero, Indhira Suero, entre otros. El Archivo General de la Nación cuenta con un espacio de archivos musicales y en Centro León con el Fondo Fradique Lizardo. 

Respecto al mundo editorial, se continua refiriendo a la misma bibliografía, inamovible en ciertos temas, sobre todo de músicas afrodominicanas, y a una dirección de estado en la que no se integra al investigador (ni de aquí ni de allá). Esto por suerte ha sido el impulso de la auto gestión para todo lo que los jóvenes investigadores publican, graban, filman, etc., lo que ha propiciado a la vez los nuevos enfoques que ya se pueden ver en las redes sociales, por ahora. 

Hay que destacar a publicaciones sobre música desde un trabajo biográfico y periodístico, con autores como Gustavo Ubrí y Marivel Contreras; así también, reconocer la iniciativa de hacer en el país el Curso de Etnomusicología Dominicana y Caribeña en el Centro León, gracias a la musicóloga Sydney Hutchinson en el año 2012 y por la cual existe desde el 2013 a la actualidad la comunidad virtual de la Sociedad Dominicana de Estudios de la Música –SODEM-. En el blog se ofrece la información disponible en la web, los contactos y en el campo de trabajo hemos podido conectar personas con interés en la investigación. Por eso, más allá del campo de estudio, de la disponibilidad de recursos económicos se ha podido crear una red de interés, que es lo sustancial.

Por ello, creemos que las oportunidades de investigación se buscan, la UASD por ejemplo es un caso considerable y también en un acercamiento a la tecnología y los archivos de música, entre otras direcciones de instrucción teórica y crítica, para escuchar y conocer qué toca la orquesta y con qué pie marcamos este baile.
           



lunes, 25 de diciembre de 2017

Pensamiento y crítica musical en República Dominicana 1

Este texto está basado en la conferencia de igual título presentada en el 12º Simposio de Historia y Crítica del Arte, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Edna Garrido


Quisiera referir este tema desde la historiografía y los estudios culturales, entendiendo que estos han sido los ejes de principalía dentro de los contextos de investigación y los conceptos teórico-musicales en el país. Por lo que, para un mejor entendimiento, vamos a dividir el tema en cuestión en: la música en la República Dominicana y la música dominicana, y así iremos hilvanando el tema.

Yéndonos a la historia, como música en RD nos estamos refiriendo a la crónica de la vida musical desde los tiempos de la colonia, con especial énfasis en la vida republicana y que llega relativamente hasta el presente; si bien en esta se destaca el canon musical europeo, en su discurso se destacan aspectos de la creación musical dominicana, las formas musicales, géneros y estilos vernáculos - siendo estos últimos incluidos dentro de este tipo de bibliografía en capítulos, por lo general introductorios y enmarcados en lo folclórico-, algunos con partituras otros con entrevistas a compositores del nacionalismo musical, casi nunca a portadores tradicionales. Esto, claro está, en los libros de crónicas de la vida musical en el país y en un contexto urbano y académico. 

Ejemplos: Manuel Miniño, Margarita Luna, Catana Pérez, Aida Bonelly, Jacinto Gimbernard, Arístides Inchaustegui, Holguín Veras, García Arevalo, José del Castillo, entre otros.

El pensamiento musical y la crítica que se manifiesta en este sentido va hacia la programación de música clásica en salas y espacios públicos, crónica de conciertos, estudios superiores de música, publicación de biografías de concertistas, compositores y maestros y resaltan la gestión de mecenazgo empresarial y patronazgo privado. También ha sido centrado en las políticas públicas en cuanto a infraestructura de centros académicos, en las becas a instrumentistas y en la proyección de ejecutantes, más que de creadores musicales en ocasiones. Este foco de pensamiento y crítica es el más influyente en la vida nacional, siendo la postura común de cierta clase dominante en la vida musical dominicana. 

En el caso, de los estudios de música dominicana, podemos observar varias etapas, que abarcan parte de nuestra historia entre los siglos XIX y XX sobre todo.

Coopersmith, Julio Arzeno, Edna Garrido y Flérida de Nolasco podrían señalarse como representantes de esta primera etapa del pensamiento musical desde estudios o inclusiones de lo vernáculo, que comprenderían la música desde las primeras décadas del siglo pasado hasta mediados. Una segunda etapa seria representada por Rene Carrasco, Fradique Lizardo, y los músicos del nacionalismo que publicaron discos y libros como Luis Alberti, Julio Alberto Hernández y otros.

A estas alturas es importante destacar algunas características de este pensamiento musical y su crítica, ya que estos estudios están enmarcados en un contexto muy similar a la historiografía que mencionamos primeramente, es decir, a la crónica de la vida musical en el país y su correspondencia con el canon occidental. Persiste el discurso anteriormente citado, sobre todo, cuando se han publicado estudios basados en la comparación de nuestro folklore con culturas europeas y en menor medida, las referencias a un proceso más consonante de músicas criollas desde y en la isla y el archipiélago caribeño. Este pensamiento acompaña todavía a una parte de la investigación musical en el país, sobre todo en lo que respecta a músicas muy populares, como el merengue.

El hecho de que compositores nacionalistas escribieran sobre ritmos folclóricos no los hace estudios etnográficos, la frase de aquel músico al citar ciertos orígenes que se pierden en “las brumas del pasado” refiriéndose específicamente al merengue es un ejemplo de eso, y que algunos discursos repiten aún al presente. Otro aspecto a criticar es, que si bien las danzas criollas vienen de un proceso de adecuación de la contradanza en Europa desde los siglos XVIII y XIX es importante destacar que los estudios comparativos desde su génesis han ocupado más interés que los procesos locales en el continente americano, ver al merengue y a otras danzas en contextos andaluces, sevillanos, africanos o canarios por ejemplo, y no en un contexto puertorriqueño, cubano o haitiano es cuestionable. La etnomusicología en Puerto Rico nos está abriendo otro marco crítico en ese sentido.


Las concepciones de danza y las transcripciones musicales dan una idea de cuales referentes eran los más conocidos por estos músicos al acercarse a estas músicas, siendo más bien su aporte, la crónica o descripción de la vida musical del criollo dominicano, sobre todo cibaeño. En ese sentido, la literatura ha aportado considerablemente a los estudios de la música desde su concepción de lo criollo, sobre todo por obras que abordan relatos campesinos de la realidad decimonónica y de principios del siglo XX, como Gregorio Billini, Pedro Francisco Bono, Ramón Emilio Jiménez, entre otros.

A grandes rasgos, el legado de estas crónicas de la vida musical del criollo y campesino dominicano siguen siendo la oportunidad de una revisión histórica a las culturas mulatas en el caribe, algo que el cubano Cristóbal Diaz Ayala o el puertoriqueño Ángel Quintero Rivera han estado haciendo y que, salvo casos como el dominicano José Guerrero siguen estando suspendidas en el mismo tiempo critico en que fueron manipuladas. De estas primeras etapas de reseñas como las de Julio Arzeno, etnomusicología como Edna Garrido, crónicas como Ramón Emilio Jiménez, nacionalismo como Luis Alberti y folklorología como Fradique Lizardo han quedado cuestiones por re-hacer para que se muevan concepciones de la música criolla fuera de patriotismos, y conceptos de patria que propicio la dictadura trujillista hasta mediados del siglo XX, y que mantiene el pensamiento musical, sobre todo respecto al merengue:

· Como el centro de origen en el caribe –por aquello de la primada de américa.

· Como desconectada del proceso cultural caribeño –por idea de nación, identidad y cultura de lo dominicano. Cuba, puerto rico y Haití nos pueden servir de espejos en este sentido. 

· Como una idea de unicidad cultural de lo criollo-hispánico en contraposición al valor del criollo en la sociedad negra y mulata. 

· Con una ruptura ideológica, sobre todo entre el siglo XIX –XX de la vida rural y urbana, siendo el merengue el claro ejemplo de un discurso de lo nacional, hecho a la medida de un poder social, blanco, en sentido contrario a las dinámicas musicales del campesino dominicano negro y mulato. Un ejemplo es la contextualización del acordeón en el merengue típico del norte, desde mediados del siglo XIX y su omisión en las músicas tradicionales del sur como el carabiné y parte del noreste como el pri pri, contenidos en crónicas desde principio del siglo XVIII.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Libro del mes: Identidad y magia. Bailes Folklóricos de la República Dominicana

1000


“Identidad y magia. Bailes Folklóricos de la República Dominicana” es un libro publicado en el año 2012 de la autoría del sociólogo Dagoberto Tejeda Ortíz y realizado con la colaboración del grupo Vicini.

"Es una obra monumental. El libro, de 300 páginas, en gran formato, tapas duras, impresión en offset y a full color, está profusamente ilustrado con fotografías, pinturas y dibujos relacionados con los temas que va abordando.

La edición es bilingüe (español-inglés) e incluye una Línea de Tiempo donde se encuentran los momentos más importantes del devenir histórico cultural dominicano. Dividido en cinco capítulos (Encuentro y Evolcuión del Folklore; Los Bailes Folklóricos Dominicanos, Sueños, Nostalgia e Identidad; Bailes que Apenas Sobreviven en Nuestros Tiempos; Los Bailes: Revalorización y Transformación; Los Instrumentos Musicales que Invocan a los Dioses y que Tocan el Alma), el estudio contiene además un Indice de Grupos Folklóricos, Semblanzas, un Indice de Imágenes y Bibliografía". Alfonso Quiñones -Diario Libre. 

Es una investigación que recoge la historia y trascendencia de los bailes tradicionales dominicanos. El documental puede verse en el canal:  https://www.youtube.com/user/identidadymagia/featured