sábado, 30 de diciembre de 2017

Pensamiento y crítica musical en República Dominicana 2

Este texto está basado en la conferencia de igual título presentada en el 12º Simposio de Historia y Crítica del Arte, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Fradique Lizardo
 Otra etapa en el pensamiento musical dominicano se desarrolla en la década del 70 en la UASD, que sobresale por la criticidad a todo lo anterior en base a la inclusión de estudios desde la africanidad en la música dominicana, sobre todo a partir de valiosos estudios de antropólogos y sociólogos como Carlos Esteban Deive, June Rosenberg, Dagoberto Tejeda al abordar la música en su contexto popular, después de tantos años de ignorar los estudios desde la raza. Este es hasta el presente uno de los pensamientos más influyentes en los estudios de la música, tanto en método como en teoría de investigación. Con el tiempo se ha querido soslayar el aporte de estas investigaciones por el hecho de que no fueron concebidas desde lo musical originalmente. La excepción es la etnomusicóloga Martha Ellen Davis. 

Dentro de este pensamiento se alinea también la tradición de estudios de la música desde las ciencias sociales, no desde la ciencia musical, por ejemplo, que me parece que como punto de partida de la crítica musical es muy importante, sobre todo desde lo popular en contraposición a la crónica de la música clásica y la vida musical de clases dominantes en el país, como habíamos referido antes. El abordaje de la música desde las ciencias sociales no me parece un problema en sí, sino una condicionante en la investigación que entiendo también debe ser complementada por la ciencia musical, la etnomusicóloga y musicología en sí. 



Entre las décadas 80-90 y debido a la importancia de estos estudios populares de la música que le antecedieron hubo una conciencia más amplia de la música en la etno y musicología del caribe y Latinoamérica que se estaba haciendo, por lo que, en esto radica también su aporte, es cuando investigadores extranjeros comienzan a hacer estudios doctorales y de maestría con estas músicas a las que ya Martha Ellen Davis denomino como “afrodominicanas”. Es el periodo en el cual se conocen los trabajos de Paul Austerlitz, Deborah Paccini quienes los incluyen en sus estudios de música y baile en el caribe. 

En este siglo, podemos reconocer las vías de este pensamiento y sus teorías, y que aquí resumiremos como:



· La repetición de conceptos en torno al merengue y la desaparición de otras danzas criollas. Exterminios simbólicos. 

· La duplicación de citas y bibliografías en disminución de los escasos estudios de campo en el presente. Con excepciones que mencionaremos más adelante en esta ponencia, totalmente desde la auto gestión financiera. 

· La poca divulgación de archivos sobre música dominicana

· La no re edición de libros, partituras y métodos.

· La no inclusión de estudios de la música dominicana desde musicólogos dominicanos en la diáspora. Mucho menos desde la política cultural oficial. 



Con las declaratorias de la UNESCO esta realidad se hizo aún más visible, dejando entrever como bien señalaba Dagoberto Tejeda en un seminario en la Red Cultural en el año 2010 sobre políticas culturales desde la sociedad civil, el verdadero estado de conocimiento de las autoridades dominicanas sobre el rol de este organismo internacional y el tipo de criterio con el que se manejaron temas relacionados a los congos y guloyas, que eran las manifestaciones culturales reconocidas hasta ese entonces, luego estaría incluido el merengue.

Los estudios sobre la música dominicana por extranjeros o de dominicanos residentes en el extranjero siguen siendo relevantes en calidad y cantidad. Siendo en el país una gran deuda el no incorporarlos dentro de las políticas culturales del estado, ni al pensamiento, ni a los pensadores. Afortunadamente, cada dos años se celebra el Congreso Internacional de Música, Identidad y Cultura en el Caribe en el Centro León, siendo el único espacio de reflexión y proyección del pensamiento musical y la crítica en el país. 

Martha Ellen Davis, Paul Austerlitz, Deborah Paccini Hernández, Sydney Hutchison, Julie Sellers, Jesica Jayek, Laura Bini Carter, Aurora Reparato, Sarah Plovnik, Daniel Pipper, Mary Allison Joseph, Edgardo Díaz Díaz, Peter Manuel, entre otros.

Desde sus disciplinas, estudiosos de la cultura y la música dominicana extranjeros han abierto nuevos paradigmas de análisis. Aquí abrimos paréntesis: en sentido más amplio, prevalece una idea de merenguecentrismo, por llamarle de una forma a la concepción de este pensamiento musical unilateral de la cultura desde la dictadura hasta nuestros días o merenguecracia, más bien. Cerramos este paréntesis y seguimos, pues aunque existen referentes verdaderamente importantes en el área del caribe sobre este tema raramente influyen en el ejercicio de una etnomusicología dominicana.


En conclusión, la crítica musical en nuestro país podría ser entendida desde formas de la crónica musical y musicografía, desde lo cual se han logrado tomar fragmentos de la vida musical y proveer de un sentido cultural dominicano. En este contexto, el pensamiento se ha articulado bajo discursos de identidad y cultura que por el lado historiográfico, se ha basado desde la vida colonial y los primeros historiadores criollos, y por otro lado, por sociólogos y antropólogos.

Los estudios de la música dominicana, a excepción de la música clásica se han hecho desde las ciencias sociales y la comunicación, así que, una gran parte de la música tradicional y popular ha sido escrita por sociólogos, antropólogos, comunicadores, profesores e historiadores. Hemos insistido en que todo acto de desmeritar estos estudios es un franco retroceso, que no aporta nada. Las razones para tratar de explicar el escaso pensamiento crítico del tema son más bien excusas: es una realidad parcial (local), por todos los investigadores que externamente están haciendo el gran trabajo crítico realmente. 

En el país, se mantienen activos tratando temas de y sobre la música: Edis Sánchez, Carlos Andújar, José Guerrero, Soraya Aracena, Américo Mejía, Oscar Mota, entre otros. Desde fuera del país inciden en el tema: Angelina Tallaj, Manuela Arciniegas, Víctor Hernández Sang, Igor Muñoz, Sharina Maillo-Pozo, entre otros.

Mientras tanto, así como por un lado, una línea de investigación continúa repitiendo los mismos ejes de discurso y se sigue recurriendo a cierta metodología, tampoco se recurre a nuevas formas de trabajo, categorías de investigación y nuevos investigadores seguimos ajenos a la oralidad y su curso y discurso, literalmente hablando.

Esta es la línea que más se ha aventajado, tomando en cuenta que estudios de mayor legado hispánico no, desde Edna Garrido hasta Bernarda Jorge (y a todo esto, los grupos culturales migrantes como los cocolos y haitianos tienen estudios que también emplazan lo social por encima de lo musical). En la prensa, en espacios de los periódicos Hoy y Diario Libre se puede acceder a pensadores de la música dominicana como Fernando Casado, José del Castillo y en la radio se escuchan producciones con un criterio didáctico sobre estos temas, entre los que podemos destacar a Tommy García, Raquel Viccini, Manuel Betances, Alexis Méndez, entre otros.

En la web también podemos acceder al trabajo de comunicación, producción musical y audiovisual de profesionales que inciden en el pensamiento musical y la crítica como Xiomarita Pérez, Gioel Martin, Boynayel Mota, Tere Guerrero, Indhira Suero, entre otros. El Archivo General de la Nación cuenta con un espacio de archivos musicales y en Centro León con el Fondo Fradique Lizardo. 

Respecto al mundo editorial, se continua refiriendo a la misma bibliografía, inamovible en ciertos temas, sobre todo de músicas afrodominicanas, y a una dirección de estado en la que no se integra al investigador (ni de aquí ni de allá). Esto por suerte ha sido el impulso de la auto gestión para todo lo que los jóvenes investigadores publican, graban, filman, etc., lo que ha propiciado a la vez los nuevos enfoques que ya se pueden ver en las redes sociales, por ahora. 

Hay que destacar a publicaciones sobre música desde un trabajo biográfico y periodístico, con autores como Gustavo Ubrí y Marivel Contreras; así también, reconocer la iniciativa de hacer en el país el Curso de Etnomusicología Dominicana y Caribeña en el Centro León, gracias a la musicóloga Sydney Hutchinson en el año 2012 y por la cual existe desde el 2013 a la actualidad la comunidad virtual de la Sociedad Dominicana de Estudios de la Música –SODEM-. En el blog se ofrece la información disponible en la web, los contactos y en el campo de trabajo hemos podido conectar personas con interés en la investigación. Por eso, más allá del campo de estudio, de la disponibilidad de recursos económicos se ha podido crear una red de interés, que es lo sustancial.

Por ello, creemos que las oportunidades de investigación se buscan, la UASD por ejemplo es un caso considerable y también en un acercamiento a la tecnología y los archivos de música, entre otras direcciones de instrucción teórica y crítica, para escuchar y conocer qué toca la orquesta y con qué pie marcamos este baile.
           



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